martes, 20 de diciembre de 2011

Lunar Rover Vehicle

Existen un reducidísimo grupo de personas como Harold LeMay, el Sultán de Brunei o Jay Leno que gracias a su dinero han conseguido tener una gran colección de vehículos. Pueden disponer del auto que ellos deseen a excepción de uno, el más exclusivo biplaza spyder con tracción total de la Tierra (¿sólo de la Tierra?), el Lunar Rover Vehicle.

El Lunar Rover Vehicle fue el vehículo eléctrico que se empleó en la luna en las misiones Apolo 15, 16 y 17 entre los años 1 971 y 1 972. También se le llamó LRV, Rover Lunar o Molabs. Fue construido por Boing con apoyo de la Delco Electronics de General Motor.

El Rover Lunar estaba construido con un chasis de aluminio con dos mil piezas soldadas a él, con cuatro ruedas motrices independientes convirtiéndolo en el 4x4 de la NASA.

Las ruedas consistían en uno de los pilares fundamentales donde se apoyó el éxito del LRV. Éstas estaban formadas por un cubo de aluminio torneado con una llanta interna denominada parachoques, de modo que, aunque el LRV tropezase con algún alienígena o criatura del espacio, no sufriera daño, deformándose sólo hasta la llanta de seguridad y así no acusaría una alteración definitiva del perfil.

En la NASA imaginaron que si cambiar una rueda en la Tierra ya es un engorro, a más de 384 000 kilómetros puede resultar una pesadilla. El “neumático” es de alambre galvanizado de 23 centímetros de anchura y 81 cm de diámetro, pero al aguantar el peso total del Rover en la superficie lunar se reducía a 65 cm. El 50% de la superficie de contacto estaba recubierta por tiras de titanio para proporcionar tracción, envueltas en una capa de zinc y sobre ésta, una de acero.

Cada rueda iba accionada por un motor eléctrico independiente, montados en la cara interna de los cubos y estaban diseñadas para permitir la operación a temperaturas extremas de ± 121 grados centígrados. Los motores eléctricos que movían las ruedas estaban conectadas cada uno a dos baterías de 36 voltios y a una tercera batería de emergencia que ejercían en total 0,25 cv por rueda.

Se disponía de un sistema de desconexión de la rueda con su motor en caso que éste fallara y así poder continuar la misión incluso con sólo dos ruedas. Gracias a su buena planificación y fabricación, el Rover nunca tuvo que utilizar el sistema de emergencia. 

Las características más técnicas de este singular vehículo nos dicen que con su potencia de un caballo de potencia, hacía que alcanzara velocidades máximas de 14 km/h.

Disponía de una autonomía de 78 horas o hasta 180 kilómetros, aunque después de las misiones se observó que esos 180 km era una estimación muy a la baja. Por motivos de seguridad, el radio de acción del Rover era de 9,6 km alrededor del módulo lunar. Si el LRV se averiaba, esos 9,6 km era la distancia máxima que puede recorrer un astronauta a pie.

Podía superar obstáculos de hasta 30 cm, cruzar grietas de 76 cm y subir/bajar pendientes de hasta 20 grados de inclinación. Al no disponer de aire para la refrigeración, los motores se calentaban en exceso, necesitando una solución de aceite de silicona para la refrigeración.

La relación de distancia y tiempo de empleo del Rover en las tres misiones fueron las siguientes:
  • Apolo 15: 27, 8 kilómetros recorridos y tres horas y dos minutos de uso.
  • Apolo 16: 26, 7  kilómetros recorridos y tres horas y veintiséis minutos de uso.
  • Apolo 17: 35, 9 kilómetros recorridos y cuatro horas y dos minutos de uso.




Tenía capacidad para dos personas y 480 kg de capacidad de carga. Disponía de una consola central con un joystick en forma de “T” en el medio de los asientos para poder moverse por la superficie lunar. Todos estos mandos, como las antenas y cámaras de video que transportaban, podían funcionar gracias a las tres baterías no recargables de 36 voltios que transportaban en el Rover.

En la luna no existe un campo magnético detectable por lo que las brújulas son ineficaces para la orientación, para ello llevaban tres giroscopios, uno para distribuir la inclinación, uno para el balanceo y otro para el desvío.

Disponían, además, de un ingenioso dispositivo “sombra del sol” que constaba de una placa abisagrada con orificio central. Situando la placa en posición horizontal con el Rover orientado hacia el ocaso, la sombra recogida en la escala interior les permitía determinar su rumbo respecto al Norte.

El proyecto LRV tenía un presupuesto de 19 millones de $, alcanzando la cifra real de 38 millones de $ de la época, fabricándose cuatro unidades. Las tres primeras para el proyecto Apolo y la última de repuesto.

Su transporte hasta el satélite se hacía en el mismo módulo lunar, pero empaquetado en unas reducidas dimensiones de 90 x 150 x 170 centímetros.

En la actualidad, los LRV utilizados en las misiones Apolo se encuentran en la Luna ya que su vuelta “a casa” resultaba muy costosa. Al carecer nuestro satélite de atmósfera y vientos, lo más seguro es que sigan en perfecto estado de uso todavía, por lo que si en el futuro la NASA o los chinos envían de nuevo un hombre a la Luna, y disponen de baterías nuevas, el Rover deberá volver a funcionar.

Podemos observa a un LRV en acción en este vídeo.

Una cosa está clara, atascos no pillaron ninguno.

Fuentes: NASA, Wikipedia, motorpasion.com y pruebas.pieldetor.com
Imágenes: NASA

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